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El reciente atentado en Valdivia, Antioquia, en el que una mula cargada de explosivos fue usada como arma de guerra, ha generado la condena de diversos sectores. Entre ellos, el activista Deiby Martínez Cortés, quien lidera la ONG Protección Canina Mundial, elevó su voz para denunciar este crimen inaceptable.

Además de cobrar la vida de un subteniente e herir a otros dos soldados, este acto revive una práctica cruel que ha sido documentada en al menos nueve ocasiones en el país durante los últimos 30 años.

Desde el burro-bomba en Chalán (1996) hasta casos más recientes en El Charco o San Vicente del Caguán, el uso de animales como herramientas de guerra representa una violación flagrante al Derecho Internacional Humanitario y a la dignidad de los seres vivos.

“La vida animal está siendo usada como escudo y arma. No solo se asesina, se degrada hasta lo indecible”, expresó Martínez.

La Ley 1774 de 2016, junto con el DIH, ofrece un marco normativo que debe aplicarse con contundencia. La JEP ya reconoció el caso de Chalán como crimen de guerra por perfidia, lo que abre la puerta a juzgar estas acciones con severidad.

Martínez pidió que Colombia adopte una mirada más amplia del conflicto armado: “Los animales también son víctimas. Necesitamos que el Estado y la comunidad internacional los incluyan en las rutas de protección, reparación y justicia”.

Casos similares se han registrado en otros países en conflicto, desde Afganistán hasta Palestina, mostrando un patrón global de crueldad bélica que aún no recibe la atención debida.

“Si esto no nos mueve como sociedad, entonces nada lo hará”, sentenció Martínez. Protección Canina Mundial se compromete a seguir denunciando y exigiendo justicia para todos los seres vivos afectados por la guerra.